Paralizada,
paralizada de ser dos, de un ciclo tan poco saludable, de la siguiente escena
ya repetida tantas veces. Esa donde utiliza a su dúo, siendo la culpable de sus
pesares, donde roba por sorbitos de egoísmo la vida del otro. Dejándola hacerla
feliz, a costa de la felicidad de él, que tan bueno no hace nada… y le sigue
dando, como un mártir, como un abusado, que sigue y sigue permitiendo ser
abusado bajo la imagen del enamorado. Y ella tan abusadora, se paraliza ante la
idea de abusarlo, de ser ella lo que nunca quiso ser, la egoísta, ególatra,
abusadora, despilfarradora y contaminante, toxica mujer, que utiliza el ser
mujer en contra de todo lo que represente la felicidad y paz interior de él. De
nuevo la escena donde no se reconoce, donde no puede acercarse al espejo de su
relación, porque resulta tan enemiga, tan la mala de la película, que se hace
pesado, inquietante y finalmente paralizante.
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