viernes, 20 de junio de 2014

En el transporte de los pobres


Y se fue en el transporte de los pobres, como quien limosnea el llegar vivo a su casa, con asesinos del glamour y mártires del mismo, en asientos rojo escarlata.
Se fue acompañada de miedo e intriga mientras pasaban las estaciones, de Chacao a Chacaíto, de Chacaíto a Sabana Grande, solo eran nombres sin sentido alguno, en esta deplorable ciudad de tristeza socialista… así paso mientras la brisa del tren la llevaba de un lado al otro. Confundida, siguió, ignorando el frenazo insoportable del tren, donde todos se bajaban y gritaban. Y es que mientras se cerraban las puertas se seguía escuchando el quejido que dirigía a la masa.
 Llego a Plaza Venezuela, a la famosa, bulliciosa, llena de piiiii, de grito y alarido, donde el rojo se deja de ver tan rojo, porque se llena, se llena de gente, de vida, de Caracas.
Mientras cierra la puerta escucha confundida la propaganda capitalista contradictoria con la dictadura que le vendían. Y es que Caracas no es como se la vendían, es dinámica, alegre, llena de vida.
Y es que un viernes a las 10 de la noche en el metro son una travesía, porque la ciudad que se duerme temprano, deja de hacerlo cuando hay navidad y quincena, porque cuando somos socialistas, nos pagan al día, porque cuando hay revolución el viernes tenemos comida. Que vaina no, revolución sin hambre no dura, y revolución con exceso y consumismo qué.
Así el piiiii de Parque Carabobo lo tapa algún otro con el botón rojo, que no consigue respuesta en nadie ni siquiera en quien tiene que conseguir respuesta.
La gente grita, habla, con estampas bastante vergonzosas del capitalismo que casi acaba en esta Venezuela.
Ya en La Hoyada, tan al oeste, lugar de los pobres, es que hasta los extraña. Extraña la falta de ganas, la falta del con qué. Y es que ahora tienen.

¡Capitolio! Al fin llegó, quizás y hasta a Capitolio vuelva. Para ver si ve a los pobres mártires de este socialismo que no encuentra con quien.

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